sábado, 2 de mayo de 2009

Crónicas de Nueva Crimsoniana – 21st Century Schizoid Man

Presioné el botón de “play” como si fuera la primera vez en mi vida. Me habían dicho, no hacía mucho, que si quería empezar a escuchar a los Crimson, lo hiciera con 21st Century. Con cierta timidez y escepticismo pero, al mismo tiempo, convencida de que la recomendación venía de buenos oídos, me coloqué los audífonos. El volumen no muy alto, no vaya a ser que hubiera algún tipo de explosión irremediable en mis laberintos. Comenzaron los acordes y las garras de gato a arañar en mis sentidos. Pude ver mis vellos erizarse, mis pupilas dilatarse, el sudor frío en la nuca, mi cabeza mecerse y, desde la garganta, un grito que subía lenta, pero decididamente “21st Century Schizoid Man!!!”.

Como si la hubiera escuchado antes, como si hubieran vuelto locos colores a mi vida. “Lo que me he estado perdiendo”, pensé. Me conseguí la producción entera, le hablé al viento, confirmé mi lunaridad, escribí epitafios sin sentido, fui parte de la corte, la bruja de fuego y de los títeres. Crucé la puerta y avancé hacia un lugar del cual ya no hay retorno, felizmente. Estuve perdida en el mundo de los espejos, me sentí como una pequeña Alicia, que corre, crece, se hace minúscula, persigue y es perseguida, se esconde, surge, grita, canta, cae, muere y vive otra vez.

Michael Giles, un prodigio sin igual, corre que te atrapan, pero sin tropezar. Greg Lake, como un llanto, un reclamo, una osadía, una provocación... El saxofón de Ian MacDonald, me sube y me baja, produciendo un vértigo inexplicable, un éxtasis. Peter Sinfield, una lírica extraña y, aparentemente, sin sentido, pero así es la esquizofrenia, ¿no? Robert Fripp, no hay forma de conceptuarlo.

Lo dejo ahí, que mientras escribo, escucho la canción... y el deleite me aleja de la escritura.

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